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lunes, 10 de diciembre de 2012

EN EL FONDO



Usas mucho esa frase
y, en su lugar, cabrían tantas otras.

La tarde se anega,
se inunda de frío y relojes
se enreda en el hilo de lana,
se apaga en la línea, en el margen
en rojo de los cuadernos antiguos.

Usas mucho esa frase
como un amuleto, como un ritual
que pudiera convocar un clima favorable,
un paréntesis,
la armadura obstinada en su acero,
una frase inoxidable y afilada.

Supones, supongo,
que hablaremos al abrigo
de lo que no tuvimos en cuenta:
los fundamentos y antecedentes de hecho,
los matices, los gestos, las flores
recién abiertas de las fechas ya tachadas,

supones, supongo,
que no hará daño
o que, si no, o en cualquier caso,
nadie pide cuentas a la esfinge,
al fin y al cabo
está, en su naturaleza, devorar.

Usas mucho esa frase.
Y nos costará tanto.

jueves, 6 de diciembre de 2012

NEVER HYDE


Te acicalas,
está a punto de llegar.

Un leve temblor lo anuncia.

El frasco luce, vacío, triunfante,
una gota de sangre recuerda
tu ansiedad al abrirlo:
no puedes, nunca puedes, esperar.

Ellos creen saberlo todo,
te suponen maldito, enfermo,
te sospechan cegado, atrapado
por la ambición de ser otro,
más fuerte, terrible,
la tentación de tu lado animal.

Tú, Hyde, sonríes:
hoy tendrás, de nuevo,
el semblante banal,
del médico piadoso,
el elegante, levemente atormentado,
Dr Jekyll (un buen hombre, dicen):
hoy aparecerá,
la sustancia aportará su ciencia, 
su formidable efecto,
(cuando cese el temblor).

never hyde,

a la luz del día,
resplandece la camisa planchada,
el gesto inocente,
esa máscara precisa
(precisamente humana):
el aspecto exacto,
que te permitirá, otra vez, matar.

jueves, 22 de noviembre de 2012

(VAGAMENTE) ALGO

Hay algo explícitamente metaliterario
en que la hija de Benjamín Prado
se llame Dylan
y la hija de Leonard Cohen
se llame Lorca.

Hay algo vagamente romántico
en buscar las razones que nos animan,
en viajar al lugar de donde surgen
las emociones, la inteligencia
o el deseo.

Hay algo básicamente ridículo
en mostrarse seguro, preparado,
sólido,
mientras miramos, de reojo,
la salida más cercana.

Hay algo, señor juez, ciertamente injusto
en reunir a las víctimas
delante de su verdugo
y recordar el crimen, paso a paso,
con detalle.

Hay algo aparentemente fiable,
sin embargo,
aunque,
depende,
veremos, tal vez no completamente.

Hay algo sutilmente atractivo
en la levedad de algunas tardes
de verano, en las palabras
tomadas al azar del margen del brillo
de las tres copas de vino blanco.

Hay algo
que se escapa,
mejor: que no se deja atrapar,
algo que necesita atención.
Hay algo, siempre,
pendiente de ser desvelado,
hablándonos de cuando en cuando.

Escuchad.

sábado, 26 de mayo de 2012

NADA PERSONAL


Estimado otro,

Entenderás que fue sin intención
el daño causado,
que no hubo voluntad de herir,
que nadie lo hubiera evitado
–tampoco yo–:
que sólo fui el vehículo anónimo
con el que el mal,
autónomo y proteico,
se transmite.

Nada personal, por tanto.

Comprenderás
como víctima fortuita,
como desafortunado objeto
de la ira –divina ergo implacable y justa,–
que me poseía,
que se desató con la furia impredecible
de una tormenta
que no hubo, para nada,
voluntariedad, odio, ensañamiento:
que sólo se presentó la ocasión,
que no tuve por qué oponer resistencia
a sentimientos tan corrientes,
tan humanos.

Y todo lo demás vino rodado.

Admitirás, espero,
que, salvados los prejuicios,
y la perspectiva viciada
que siempre os habita a los ofendidos
–ponte en mi lugar–,
y reformulados algunos aspectos
de una ética –permíteme– anómala,
académica, provinciana,
aceptarás, en fin,
que tampoco es para tanto,
que cualquiera, como yo,
se convierte en caníbal
y tú –mala suerte–
en comida.

Me sabrás disculpar.

jueves, 3 de mayo de 2012

EN EL FRENTE


En el frente,

las cosas (y los hombres)

caen por su propio peso:

hay poco espacio para las dudas,

(las únicas ratas

que no caben en las trincheras).



En el frente

las personas son sólo si están a tu lado

envueltas en miedo y en frío,

respetadas por la mala puntería,

haciendo de tripas, tripas

y diana de tu corazón.



En el frente,

junto a la certeza de tu muerte prematura

saltan de cuando en cuando

noticias de tu infancia,

y tu pasado resulta impredecible

de tan extraño, exagerado.



Se me puede acusar, por todo lo anterior,

de no haber estado nunca en el frente

pero no de carecer de una idea

muy clara

de todos los lugares

donde no quiero morir.









sábado, 28 de abril de 2012

TAREAS PENDIENTES (DE MI)


Burlar mi identidad,
permanecer en silencio,
no dirigirme la palabra
 (o establecer un pacto de autoagresión sostenible),
repasar las mentiras habituales,
ducharme, después,

sacar a pasear al perro,

poner los puntos sobre las íes,
las virgulillas sobre las eñes
y las comas, por cualquier parte;
encender las velas del comedor,
acentuar la mirada,
dividir la tristeza en lágrimas alícuotas,
vengar mi timidez con otro poema,
dictar mi testamento y destruirlo
(y al notario, de extrema perplejidad, con el contenido),

sacar a pasear al perro,

regar el césped de plástico
para que crea que quizá, que algún día,
recuperar astillas de los muebles viejos,
guardarlas, como reliquias,
entre las páginas de un libro de Cheever
para datar el tesoro (en caso de su descubrimiento futuro),
refugiarme al abrigo de una carrera suave al atardecer,
sacar los cadáveres del armario y darles de comer
(pan de ayer y hambre para mañana),
cocinar esa receta de nunca acabar de saber
(cocinar y todo lo demás),
comprar leche, naranjas, libretas (lo esencial),
dejar de usar tantos paréntesis,

sacar a pasear al perro,

recordarte, reconstruirte, soñarte,
suponerte echándome de menos,
pendiente, impaciente, atareada
                                                         de mí.

lunes, 23 de abril de 2012

PRINCIPIO DE ARQUIMEDES


Miras
pero sabes que lo oculto importa más:
el subtexto, el mar de fondo, la presión,
eso que fluye
y mueve
eso que te empuja hacia arriba:

eso es lo que te hace flotar,

sobrevivir, dices, fíjate.

Escuchas
pero sabes que hay algo detrás
                     
                     [como un eco
                     que no repitiera
                     las mentiras]

Puede que el empeño valga la pena,
y surja lo que no se dice
al otro lado del ruido
(y tiembla, tiembla, tiembla).

Puede que termines por entender
las palabras disfrazadas
las que perecieron, tachadas, también:

Puede que intuyas esa verdad que está
                                                                                más
atrás,
                                                                                más

                                                                               abajo.

Hay algo, sí,
algo que no deberías dejar desatendido,
algo disimulado que te toca demasiado cerca:
algo que te sabe y se calla.


A veces lo consigo y leo en tus sueños,
(soy el vecino del cuarto de al lado).

Déjate llevar.

[Un verso total o parcialmente sumergido
en un lector en reposo
recibe un empuje de abajo hacia arriba
igual al peso de lo oculto
que desaloja].

jueves, 19 de abril de 2012

HOY


Hoy el viento (atentos: quizá sea la memoria)
trae ese aroma, de nuevo,
y aúlla el dolor,
malvenido, gritón, incómodo,
entre los árboles vencidos.

Apuras, exprimes y destilan los recuerdos,
cala, gota a gota, ¿el pasado?:
cuando disfrazamos de humor la vergüenza,
y de inexperiencia los tropiezos,
cuando maquillamos nuestro rubor
y disimulamos,
cuando aparecen los temblores,
y nos perdonamos la falta de tacto
mientras oímos cómo gotea la sangre (ajena),
cuando atribuimos a un malentendido
el desamor y la indolencia,
y a un error en la estrategia
la pérdida, la amputación.

La tristeza, la duda, la renuncia
escrita a cincel, día a día,
en el mármol de tu historia.

Hoy, por eso: hoy.
Mañana es otra cosa:
mañana será memoria.

Hoy, digo. Sin duda.
Es el único momento
(el momento es único, quiero decir)
Aunque sólo sea (solo)
por no tener que inventar más idioteces,
más versos,
por no tener que disimular,
entre paréntesis
(más coartadas).


lunes, 26 de marzo de 2012

LOS OJOS DE AUSTER


Mi padre tiene los ojos de Auster,
de Paul Auster,
creo que no os lo había dicho nunca,
o que no os habíais fijado,
pero así es.

Un problema:
conocí los ojos de mi padre mucho antes
de leer,
     de leer literatura,
          de leer literatura norteamericana,
así es que supongo que es al contrario:
es Auster el que robó
los ojos de mi padre.

Porque él, mi padre,
ha mirado siempre así,
con una intensidad que chirría
como con un jadeo,
esforzándose,
apuntando con los párpados
como haces con la mira de un fusil.

A mi padre se le puede oír mirar.

Él siempre dice
“¡Pero qué fea es la gente!”
(y con unos ojos así
no parece que se pueda llegar
demasiado lejos).

Nos encontramos a nosotros mismos
únicamente mirando lo que no somos
dice Auster

Y así lo intento yo,
y cada vez que veo
una entrevista con Auster
justo antes de que empiece a hablar,
ahí están, los ojos de mi padre,
mirando, exactamente, lo que no somos.

Luego empiezan las preguntas del entrevistador,
los tópicos y todo lo demás,
y es cuando pienso que la vida de mi padre,
al contrario de lo que dice Auster de sus novelas,
sí es, completamente,
autobiográfica.

Y que Auster,
como sus ojos, es un fraude:

La escritura no sirve para cerrar heridas,
dice.

Y yo estoy por creerle.


miércoles, 7 de marzo de 2012

(PRE)FIJO QUE ACIERTO


Resulta cansado
(de)mostrarse, (de)venir, (de)tenerse
o mirar(se)
o languidecer.

Resulta fatigoso
(sobre)dimensionarse, (sobre)salir,
superar(se)
o desfallecer.

Resulta forzado
(pre)sumir(te), (pro)gresar, (re)tirar(se),
resulta, al menos,
opinable.

Pero resulta imprescindible
dejar(se) llevar
     permitir(se) querer
          sumar(se) al (pre)fijo
               de (sobre)vivir.

domingo, 26 de febrero de 2012

SALVADA



En la imaginación de mi hija
hay un mirlo pardo que siempre vuelve.
Y sé que eso la salvará.

Ella siempre pregunta cosas
como por qué se crece sólo hasta cierta edad,
por qué el humo tapa la luz,
por qué te gusta la cerveza si está amarga,
por qué hay que leer si es aburrido,
si es inventado,
si no es de verdad.

Ella piensa en el miedo como en la fiebre,
como algo que se pasa
(que se pasa y ya está).

Y yo quisiera enseñarle,
antes de que (yo) sea demasiado tarde,
la última playa que hemos dejado sin apartamentos,
la única marca de vaqueros que no deja rastro de muertos,
la física inexorable del desorden,
la belleza del spin de un electrón;
enseñarle que puede parecer que sí,
pero que apenas si hay tiempo.

Pero ella ya sabe que lo malo no es que no puedas dormir
sino que te quedes sin sueños.

Mi hija siempre pregunta
por qué no hay más de siete notas,
por qué a alguien se le ocurrió algo tan tonto
como que si mientes te crecerá la nariz
(y a él no le creció),
por qué dicen “en el fondo” cuando quieren decir “de verdad”,
por qué los libros son más altos que anchos,
por qué el vacío conserva (y no absorbe) las cosas
(y de dónde sale, el vacío).

Y yo no sé cómo decirle
que lo que nos hace inteligentes
es lo mismo que, a la vez, nos duele,
que hay demasiadas cosas
(y personas, me temo)
que son mucho menos que la suma de sus partes,
que, la mayoría de las veces y simplemente
yo, hija, tampoco lo sé.

En la imaginación de mi hija
hay un mirlo pardo que siempre vuelve.

Eso sí lo sé
y se lo agradezco,
cada vez más.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Discutible, querido Quevedo, discutible.


Antepasados, en fin, versos sueltos;
no lo dudes, el poema siempre acaba
y el punto final nos cose (con seda
trenzada) los párpados inflamados.

Inexorablemente, como
una llave encaja en su cerradura.

Luego
tal vez (con suerte) nos estudiarán,
con la fría curiosidad de una tesis doctoral;
nos mirarán
con la dedicación estricta que requieren
los tratados, los inventarios,
seremos


Convertidos en fragmentos aislados
sobre portaobjetos, seremos tinta,
agua pasada, listados y polvo,
ceniza exactamente analizada.

Seremos, en algún momento,
antepasados.

Inexorablemente,
a medida de nuestra sepultura,

Luego, quizá, ellos, 
nuestros descendientes,
encuentren el tiempo necesario,
probablemente


Buscarán huellas de nuestras promesas:
no quedará rastro; no hubo victoria,
no habrá leyendas, ni llamas eternas,

Inexorablemente,
no hay más vida que la que arde
(ni otra ribera).

No entenderán por qué,
interpretarán, a tientas, nuestras razones,
justificaciones a granel, por toneladas
(quedarán ocultas, si hubo, las verdaderas),
seremos

objetos de sutil condescendencia,
nos buscarán, rigurosos, sentido:
ciencia será, y ciencia desalmada.

miércoles, 8 de febrero de 2012

WILE E. COYOTE (after P.R.)



El Coyote es mi realidad, y Bugs Bunny mi meta

Persíguelo, corre, ya casi lo tienes,
Wile E. Coyote,
¡corre!
es la vida, tu vida
otra vez,                                            un par de metros por delante;

atrapa, muerde, desgarra...
pero nunca,
(nunca) mires hacia

                          a
                          b
                          a
                          j
                          o.



Ellos te dibujan
(siempre)
con un enorme abismo bajo los pies,
un desfiladero que aparece
en el momento exacto de meterle mano
a tu deseo.

Ellos te han diseñado
     para morir cayendo,
           para perder,
                para morder el polvo:
                     para darle sentido al precipicio.

A él, a ése al que persigues,
le han dibujado unas pestañas demasiado largas:
     es sexo,
          carne,
                demonio,
aunque él, también, eres tú mismo
solo                                                       un par de metros por delante,
                                (repito).

¡Mierda!,
no mires hacia abajo, Coyote,
no mires a cámara
no nos mires

solo, medio segundo antes de empezar
a caer
(con ese gesto de “lo sé / lo sabéis”)
otra vez.

No,
nos lo debes, te lo debes:
no escuches,
no mires,
no te dejes caer;
no hay nada donde apoyarse, por supuesto,
ya lo sabemos,
forma parte del contrato
(del nuestro, también)
¿quién lo duda?


No se trata de eso:
simplemente no mires,
corre, sigue,
¡que le den al pájaro ése!
(y a Chuck Jones
         y a la Warner
                   y a ACME
                           y a la gravedad).

Por una vez, al menos, Coyote, (Wile E.)
haznos ese favor,
no mires hacia
a
b
a
j
o.

domingo, 5 de febrero de 2012

TABLA PERIODICA



La identidad es sólo una ficción que nos tranquiliza.
Lola López Mondéjar
Mi amor desgraciado. Ed. Siruela


Intento clasificar
       caracteres,
          identidades,
               emociones.

Intento encajarlos,
relacionarlos, estructurarlos,
tras su descomposición elemental:

combinando partes alícuotas,
dibujando sus diferencias,
derivando similitudes:
construir así una tabla periódica
de lo humano
que ayude al exhaustivo análisis
de las normas,
        de las pautas,
            los patrones, 
                  los modelos;

hago un catálogo minucioso
de las excepciones.

Deduzco lo esencial,
lo organizo.

Según avanzo me admiro
de los hombres alcalinos,
de las mujeres de temperamento lantánido
y las jóvenes tierras raras donde anidan
frases aún halógenas en cuerpos anfígenos,
y esos, los de siempre, los irremediables
egos henchidos, inflamados
de gases nobles.

Los observo a todos
bien anclados en el nicho
que les he dibujado,

escribo a mano las etiquetas,
sus denominaciones exactas;

con precisión de químico, de entomólogo,
analizo sus relaciones,
sus períodos, sus orbitales;

delimito sus fronteras y coloreo
bloques que delimitan analogías,
parecidos obvios,
deduzco absolutos y relativizo hallazgos,
observo los espacios vacíos
de personas por descubrir,
de sensaciones aún no inventariadas
      (lo que falta entre la fe y la ignorancia,
                   el estrecho espacio entre un recuerdo y la nostalgia,
                               el intervalo entre lasitud y agotamiento)

predigo el hallazgo futuro
      del criterio que media entre el conocimiento y las teorías,
                 de la esencia que comparten las coincidencias
                            y la distancia que negocia la venganza y el juicio.

Me centro en lo elemental
e invoco mundos,
descubro espacios,
expando las posibilidades;

me figuro un experto
me convierto en un maestro,

mi monstruoso y equilibrado
descubrimiento, mi hallazgo;

contemplo mi tabla periódica
y oigo la partitura universal, el mapa completo
de la identidad, de lo humano.

Perfectamente clasificado.

lunes, 30 de enero de 2012

#libros


Hay #libros, muchos #libros y nunca demasiados.
Hay #libros tan cargados de razón que se llaman a sí mimos #libros de texto, como si los demás no lo fueran o lo fueran menos.
Hay #libros tan bien educados que detestan que los señalen con el índice y #libros aburridos que quedaron en el estante, inclinados e inmóviles, asesinados, atravesados para siempre por un punto de lectura.
Hay #libros tan tímidos que, frotando levemente sus primeras páginas, consiguen borrar su ISBN y despistar a los libreros, burlar a internautas y contables, evitar ser tocados, ser leídos, tenidos en cuenta, inventariados. Hay #libros así, casi por completo libres.
Hay #libros que fueron torturados, secuestrados por su narrador omnisciente, #libros a los que nunca se les permitió hablar en primera persona.
Hay #libros con tantas erratas que perdieron la Fe en su Editor.
Hay libros ya viejos, avergonzados por sucesivas ediciones de cada vez peor calidad, #libros que se recuerdan tan elegantes, vestidos de tapa dura y con fajas llenas de críticas benevolentes y cifras de ventas.
Hay #libros tan sesudos que sólo deberían leerse con la suficiente presbicia y #libros pesadísimos que no aligeran por más fajas que les pongan sus libreros.
Hay demasiados #libros revelados y pocos que ayuden a rebelarse.
Hay, por supuesto, #libros de instrucciones que nunca enseñaron nada y #libros de invitados que nunca lo fueron.
Hay #libros falsos de tan premeditados.
Hay #libros electrónicos muy impresionables.
Hay esos #libros antiguos, los grandes clásicos, #libros que mienten tan bien que parece mentira, #libros que mienten como bellacos.
Hay #libros queridos, abandonados en las manos de amigos aprovechados.
Hay #libros perdidos, robados, cambiados, hay #libros que apenas quieren ser más que vehículos de las dedicatorias de sus autores y #libros con la primera página arrancada, donde antes hubo una firma, un deseo, un abrazo.
Hay #libros forrados, disimulados, que avergüenzan a sus lectores, tan atrapados.
Hay #libros desde donde olvidar la lluvia que cae incesante e inoportuna.
Hay #libros donde quedarse a vivir y #libros que debemos dejar a medias, o incluso antes.
Hay #libros de viajes que nunca haremos (los mejores que nunca hicimos).
Hay, por fin, #libros desventurados, grandes libros olvidados.
Algo habrán hecho, tantos #libros, tantas veces, para merecernos o para que los merezcamos.

lunes, 23 de enero de 2012

EN LA JURISDICCION DE LA SOLEDAD


En la jurisdicción de la soledad
caemos en la cuenta, sabemos,
que sólo somos aquello
que somos
cuando estamos solos.

En la jurisdicción de la soledad
algunos demonios esperan,
agazapados,
engarzando en silencio las piezas
de los relojes que nos descuentan
de los miedos que nos desmienten
según las reglas estrictas
de su particular y helado infierno.

Con su piel húmeda y fría,
(piel del sudor de las pesadillas),
advierten mejor los presagios,
retrasan la madrugada;
sopesan, miden y estiman
en muy poco (en casi nada)
nuestros deseos, los desencuentros;
se alimentan de la ceniza,
que vamos dejando a nuestro paso.

En la jurisdicción de la soledad
la ley es lo contrario de la justicia,
tú has puesto el crimen,
has advertido con la amenaza,
has decidido el rescate,
te conviertes en el arqueólogo de tus malos ratos,
ejerces de experto cirujano
de tus males, de las recaídas,
haces de taxidermista
en el museo de tus errores.

Repasas el catálogo
de las afrentas, de los desatinos,
de las malas palabras,
de las frases huecas que estallaron
con toda su metralla.
Te recuerdas bien, disparando
(y no entiendes nada).

En la jurisdicción de la soledad
ves (ya) menos claro,
andas (aún) menos erguido,
el miedo te ha agarrado por el cuello,
te dicta las estrofas torcidas del poema,
te susurra al oído el sonido
del aire oscuro con que rellena, diligente,
el vacío.

En la jurisdicción de la soledad
los demonios sonríen,
son pacientes:
tienen todo tu tiempo,
todo el tiempo del mundo,
y juegan a las siete y media
con tu destino.

miércoles, 18 de enero de 2012

AUSENTE DE INDICATIVO


Perplejo, boquiabierto,
levemente estólido,
deunapieza,
vagamente ausente
de indicativo.

Varado entre pilas de ropa arrugada,
en esta tienda adornada de porcentajes
oscilantes,
estantes desordenados y tallas perdidas,
me armo de valor
y le digo a la encargada
“¿no será esto como una especie de distopía
una suerte de infierno venido a menos,
para el verdadero consumidor,
para el connoiseur exquisito,
para lo selectivo?”

Me mira y sé que no entiende nada
a pesar de tan profesional
(y condescendiente, lo sé) sonrisa.
Lo reconozco: he vuelto a hacerlo,
he vuelto a conjugar
mi tiempo preferido:
ausente de indicativo.

Me aburro y, mientras compras,
parpadeo,
incesantemente
(intento, en realidad,
mejorar los frames por segundo,
mejorar la resolución
con que te admiro)
y con este estúpido movimiento,
junto al cartel de PRADA,
descifro un mensaje semioculto,
vibrante (sé que es cosa mía)
escrito en la letra pequeña y sucia
de las grandes promesas:
dice “WIFI GRATIS”
y me hace pensar en el espectro invisible
que nos envuelve,
en megabytes yendo y viniendo
entre algodón 100% y poliéster y poliamida:
todo ese caudal invisible,
toda esa corriente salvaje,
desaprovechada.

Comprenderás, no puedo evitarlo,
disimulo y saco el móvil, acaricio su pantalla
que ofrece, apenas pixelada,
otra promesa:
un espacio en blanco
y un teclado para formalizar el deseo:
googleo “ZARA” y,
con gran agilidad (he de decirlo)
en un par de (inaudibles) clicks mal contados
elijo un par de pantalones chinos
que son, paradojas industriales,
mitad gallegos, irlandeses,
o, en realidad (extraña palabra),
marroquíes.


Tan cerca y tan a distancia
de ti,
traiciono el mismo lugar
que me ofrece asilo
(y conexión);
me siento un infiltrado,
un topo, un espía contrainteligente:
compro, a distancia,
los mismos pantalones que tú me ofreces
y desplazo a un lado, displicente,
desinteresado,
como un emperador romano
rechaza la ofrenda de un esclavo.

No me lo tomes en cuenta,
sabes que nunca me gustaron las rebajas
(pero no pienses tampoco, ingenuamente,
que una revolución no empieza
siempre por un pequeño detalle,
un revolucionario casi nada).

Lo mio, reivindico,
es un acto de rebeldía.
In absentia
pero rebeldía, al fin y al cabo.