Podría prescindir,
hasta cierto punto, al menos,
de la gramática,
de la sintaxis,
o de la correosa ortografía.
Podría prescindir también
de la sospechosa sombra de la duda
de los lugares comunes,
de los adjetivos gastados,
y disfrutar arrumbando determinadas palabras
en el desván
de un diccionario.
Podría encontrar sentido
en evitar la rima
y en permitir parlotear pesada
a la cacofonía,
o en suspender para siempre
a los puntos suspensivos
(y a algunos interrogantes).
Podría incluso permitirme
olvidar, forzadamente,
el leve aleteo de la aliteración,
la rítmica métrica clásica
o un inacabablemente brevísimo
(y mal acentuado)
oxímorón.
Lo que no podría,
en modo alguno
es dejar de usar,
con absoluta (perdón) prudencia,
un punto y coma
que me alivie;
que otorgue una pausa,
y, a la vez,
no separe;
que me dé un respiro,
un recurso de amparo
ante el final abrupto del punto,
(por mucho que pueda ser punto
y también seguido).
Nada
como un punto y coma
que me otorgue, ambiguo,
una nueva oportunidad,
agregar un matiz, un detalle,
una excepción.
Un punto y coma, dos puntos:
un espacio no amenazado
de convicción.
Y punto.
Great!
ResponderEliminarI like very much semicolon too
Thanks my friend for this particular space
I am enjoying it very much