Con la mosca
detrás de la oreja
y la telaraña pendiente
—siempre—
de alguien que se anime
y la teja.
Con la verdad
revelada a la luz
de velas apagadas.
Con la vista fija
en un magnífico destino
de héroes
de acontecimientos
deportivos.
Con la promesa solemne
de traicionar a los
—así llamados—
seres queridos.
Así nos va.
Y así nos recordarán:
Con la pericia de un forense,
deduciéndonos al filo de un escalpelo.
Un escalofrío en el bochorno alicantino he sentido. Duro
ResponderEliminar