(desde John Berger)
En la intimidad de los gobernados
surgen dudas que agarran
como raíces de olivos centenarios;
manos hechas jirones de despedirse
ordeñan las cabras,
casi destilan, con delicadeza, la leche
imposible y blanca,
a la luz salvaje del mediodía,
de tantos días demasiado iguales.
En la intimidad de los gobernados
hay una determinación de tierra
y agua dulce,
y también hay hombres que juegan a perder
apedreando oficiales de distinta graduación.
A la sombra de los muros
se tejen sueños de fiebre y romero,
se oye el ruido del casquillo
que cae, junto a una bota de cuero español,
quién lo iba a pensar,
solo un poco más tarde
que el cuerpo de un niño.
En la intimidad de los gobernados
hay algo muy distinto (y más fuerte)
que la esperanza,
hay todo lo contrario de una paciente resignación
y algo cercano a un licor fuerte y amargo,
algo difícil, raro,
no sólo por lo excepcional,
sino por lo esencialmente humano.
En la intimidad de los gobernados
hay siempre un puñal
dispuesto a despertarse,
la fuerza de la arena
contra un muro de hormigón.
Buenísimo.. gracias compañero por estos momenticos
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