Nos dibuja la luz,
nos advierte:
comparecemos.
Surgimos
para dejar de ser memoria,
regresamos,
disputando nuestro espacio al sueño.
Nos construye la luz,
nos acaricia,
nos hiere, puntualmente.
Aparecemos en vano,
a trazos de poco, esbozados:
al abrigo de un contraluz,
al frío de nuestra sombra.
Nos hace la luz,
nos figura:
nos presenta, nos da un rostro.
Frágiles, creemos ser
solo por ser iluminados:
rezamos a la luz;
se deshacen, en tanto, las velas.
Candidatos seguros a prescribir,
nos ciega la luz,
nos obliga,
nos arranca los párpados.
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