Hay fronteras que nunca se cruzan,
hay poemas que nunca se escriben,
palabras maniatadas por el miedo
o condenadas
por el crimen que sugieren:
desavenencias
impunidad
garantías
(o
la verdad).
Hay fantasmas amortajados, emparedados
entre los muros líquidos de la memoria,
hay lugares oscuros, disimulados,
hay cajas negras,
paréntesis, códigos particulares:
el fuego lento de lo imperdonable
con su grasa flotando a borbotones.
Hay tantos sin embargos,
estragos por postergación,
cuervos graznando, notas rotas de contrabajo;
hay lugares desde donde no se vuelve, nunca,
intacto.
Hay lugares que deben permanecer cerrados para siempre
como las estancias de viejos reyes crueles,
como los ataúdes (o los osarios).
Hay lugares (perdonad) amordazados.
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