Afianzarme en un poema lleno de errores tachones
donde las palabras desechadas postpuestas
queden obvias, expuestas, desnudas, atravesadas;
donde se derrame tinta sobre el mantel
de trazos desangrados, de letras atravesadas ensartadas;
describir enumerar los tonos grises de las nubes de tormenta
encuadrar la realidad mirada,
hacerla mía;
fundamentar una lista un catálogo de hallazgos
reprimir el impulso deseo de hacer de todo tabla rasa,
darle a cada tema su importancia:
la vida no siempre transcurre del otro lado de la ventana;
dormir con la espalda apoyada en la pared
piedra a contra carne y un murmullo susurro de agua desordenada,
música de cristal, copas vacías llenas de nada,
notas que se escogen eligen entre tantas casi iguales,
piedras que se ordenan,
espacios tasados, cielos organizados:
delimitar el placer, regular el tráfico caótico
de un modo u otro,
construir dibujar la senda
(aún a trazos gruesos, a borrones, a torpes intentos)
definir (acabar) fronteras
y, en ese estrecho gesto de la línea que se inventa, que excluye,
explorar
(tachando palabras).
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