Con la previsibilidad
de las casas con tejados a dos aguas,
de los monovolúmenes
y de los perros pastores
que ya sólo ejercen de perros de lanas.
Con la determinación
de los dieciocho hoyos (ni uno más),
del Colegio Internacional (Nada Menos),
o del —mal llamado—
club social,
tapizando colinas,
surcada de vallas,
de rotondas y farolas,
de puestos de seguridad
como check-points para pobres,
como dudas —fundadas— para visitantes.
Surge,
omnímoda,
la Urbanización.
Sólo el viento,
en ocasiones,
el viento del sur (más exactamente),
acerca el olor antiguo y universal,
de las granjas cercanas,
acaricia el césped del campo de golf,
mueve los cabellos lánguidos —y vulgares—
de las acacias,
se infiltra en pisicinas privadas,
en las pistas de paddle
y hasta en el club —está bien—
social.
Sólo ese viento recuerda a los niños,
mientras su mirada se pierde hacia el Hoyo 6,
o hacia el logo Ralph Lauren del niqui de mamá,
que el pollo,
o el jamón,
o la leche en la que nadan sus cereales,
que todo eso,
en otro lugar,
es/fue/puede ser
de verdad.
Que hay vida inteligente / más allá / del hoyo siete.
(Afér.).1. f. apostema. 2. f. p. us. Persona pesada o molesta. // "no criarle, o no hacérsele, a alguien ~ algo". 1. locs. verbs. coloqs. Descubrir fácilmente a otros lo que sabe, y con especialidad cuando es secreto. 2. locs. verbs. coloqs. Manifestar sin dilación y con franqueza a alguien las quejas o resentimientos que tiene de él. Real Academia Española © Todos los derechos reservados
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