“El
Coyote
es
mi
realidad,
y
Bugs
Bunny
mi
meta”
Persíguelo, corre, ya casi lo tienes,
Wile E. Coyote,
¡corre!
es la vida, tu vida
otra vez, un par de metros por
delante;
atrapa, muerde, desgarra...
pero nunca,
(nunca) mires hacia
a
b
a
j
o.
Ellos te dibujan
(siempre)
con un enorme abismo bajo los pies,
un desfiladero que aparece
en el momento exacto de meterle mano
a tu deseo.
Ellos te han diseñado
para morir cayendo,
para perder,
para morder el polvo:
para darle sentido al precipicio.
A él, a ése al que persigues,
le han dibujado unas pestañas
demasiado largas:
es sexo,
carne,
demonio,
aunque él, también, eres tú mismo
solo un par de metros por delante,
(repito).
¡Mierda!,
no mires hacia abajo, Coyote,
no mires a cámara
no nos mires
solo, medio segundo antes de empezar
a caer
(con ese gesto de “lo sé / lo
sabéis”)
otra vez.
No,
nos lo debes, te lo debes:
no escuches,
no mires,
no te dejes caer;
no hay nada donde apoyarse, por
supuesto,
ya lo sabemos,
forma parte del contrato
(del nuestro, también)
¿quién lo duda?
No se trata de eso:
simplemente no mires,
corre, sigue,
¡que le den al pájaro ése!
(y a Chuck Jones
y a la Warner
y a ACME
y a la gravedad).
Por una vez, al menos, Coyote, (Wile E.)
haznos ese favor,
no mires hacia
a
b
a
j
o.
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