Anna
Hace cola frente a la prisión.
Ahora
Anna es de piedra y de recuerdo.
Lleva,
en un gran bolso de lana,
comida caliente
(calor, sólo por un momento).
Su hijo,
—como nosotros—,
hace ya diez años
o hace ya mil versos,
—¿son tantas las palabras
porque nunca son suficientes?—
sigue encerrado,
al cuidado del frío,
en el centro exacto del miedo.
Calor, solo por un momento
en las celdas pintadas de luna nueva.
Cuando la luna es de melón…
Anna
recuerda esa noche:
hace ya diez años
—o hace ya mil versos—
que se nos llevaron.
Anna es de piedra y de recuerdo,
siempre en pie, frente a la prisión.
Piensas que esto es trabajo…
Alguien dice algo así como:
Tu marido,
tu hijo, los amigos:
tu trabajo es mantenerlos vivos
y hacer transparente
el muro de la prisión,
defender a tu gente,
a su memoria,
desprender de la Historia
las Letras Mayúsculas
con las que nos someten.
Anna
hace cola,
es piedra,
frente a la cárcel,
ahora es todas las madres
(calor, solo por un momento).
Alguien le ha recordado
que también de piedra
están hechos
algunos poetas.
Ahora
Anna escribe en su memoria
—que ya es la nuestra—
escribe
donde la gente padeció
su desdicha.
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