Platón dedujo
que éramos reflejos imperfectos
de la exacta geometría de las ideas:
sombras
de las sombras que habitan
la oscuridad de la cueva.
Copérnico observó
nuestra excéntrica situación,
hizo de este barrio un suburbio
en órbita (predecible),
alejado —lo justo—
del brillo del sol.
Darwin dibujó
nuestra genealogía de simios imberbes,
de vocación inmaduros:
de las cuatro patas
a las dos, y de ahí,
enseguida,
a la genuflexión.
Einstein, más tarde, afirmó
que, para cualquier observador,
en cualquier lugar del Universo
a más de cien años luz,
todos los que —como bobos—
le saludamos mientras mira
estamos ya —relativamente— muertos.
Tú, en cambio, sostienes,
—ajena a la física, a la biología,
apenas rozando tangente a la filosofía—,
que no puedes vivir sin mi,
que soy el centro de todo,
que soy ideal (o bastante mono),
y en ese tópico
—perdón: en ese lugar común —
sobrevivo yo,
relativamente.
(Afér.).1. f. apostema. 2. f. p. us. Persona pesada o molesta. // "no criarle, o no hacérsele, a alguien ~ algo". 1. locs. verbs. coloqs. Descubrir fácilmente a otros lo que sabe, y con especialidad cuando es secreto. 2. locs. verbs. coloqs. Manifestar sin dilación y con franqueza a alguien las quejas o resentimientos que tiene de él. Real Academia Española © Todos los derechos reservados
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Muy divertido!
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