El corazón,
en rara
y sutil
paradoja,
es lo único
que continúa
latiendo
cuando
el amor
murió.
El cerebro,
inquisitivo, curioso,
—perfectamente desadaptado
a estas situaciones—
es incapaz, mientras tanto,
de conocernos
lo suficiente,
de darnos
una buena razón,
de aventurar
una hipótesis
de sugerir
una estrategia.
Desalentados,
recurrimos a las tripas,
pero, de ellas,
—no nos engañemos—
no sale nada
que, al final,
echemos en falta.
El hígado,
sin embargo,
amable,
comprensivo,
no nos impide nunca
que bebamos
—tal vez un poco más allá
de lo bebido—.
Me encanta la palabra anatomía en su forma y en su significado más metafórico. La canción de Antonio Vega "Anatomía de una ola" es de mis títulos de canción preferidas. Mola el psicoanatomopoema. Yo tambien estoy cada vez más con el hígado.
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